miércoles, 28 de enero de 2009

“España, el bello país del vino y las canciones”

Original: Spanien, das schöne Land des Weins und der Gesänge.

Johann Wolfgang von Goethe

La comunidad de españoles en Berlín es bastante grande. Al llegar me dijeron que podíamos ser más de 400 solo de Erasmus, aunque me pareció un poco exagerado. Quién sabe. En fin, lo cierto es que es muy normal ir por la calle y oír hablar en español. Al principio me paraba en cada grupo a saludarles, pero con el tiempo lo vas dejando. No obstante, aunque estén hablando en alemán, inglés o cualquier otra cosa, tú lo sabes, y ellos también.

Como reconocer a un español en Alemania:

- Se vuelve loco explicándole a un camarero qué es un cortado y cómo se prepara. Ya no hablemos del cortado con hielo.
- Tira las colillas, servilletas y palillos al suelo sin la menor preocupación.
- Recuerda lo que es una persiana.
- Tiene un 50% de posibilidades de tener un pañuelo palestino.
- Sabe distinguir un pijo y una pija y cómo reconocerlos.
- Va a comer a las 3, y a cenar a las 10, cuando las cocinas de los restaurantes ya están cerradas.
- Se le oye. Normalmente los lugares públicos parecen velatorios, y a los españoles se les oye hablar en el bar, en el museo, en el tren…
- Le es perfectamente normal añadir limonada a la cerveza, o coca-cola al vino ¡pero de coca-cola a la cerveza ni hablar!
- Para salir de fiesta, no antes de las 11 de la noche.
- Es el que más quejas por ruido acumula en la urbanización, la residencia, etc…
- Si se queda a las 8, no muestra arrepentimiento por llegar a las 8:15. Y si es una fiesta, pues a partir de las 11, como no.
- Si va en grupo a la discoteca, forma un corro y a bailar. El corro es inamovible. Y si la canción tiene letra, se canta.
- Si lleva poco tiempo, va buscando dónde picar el ticket del metro, aún sorprendido de no haber visto puertas de control.
- Si lleva mucho, se estremece de morriña cuando oye la palabra “jamón”.
- Sabe lo que es un bocadillo, y no esas guarrerías que venden en los Subway y sitios del palo.
- No hace más que soltar tacos. ¡Con lo bien que suenan!
- Si saca un cigarro, ofrece a los demás.
- Eso de escribir las cosas de una manera y pronunciarlas de otra no lo lleva nada bien. Daughter se dice “Daugter”.
- Cuando ríe se nota.
- Muestra sorpresa y satisfacción cuando, al pedir la cuenta en un bar, el camarero espera junto a su mesa desde que la trae hasta que la pagas, y además llevando cambio suficiente por si los clientes quieren que se les cobre de uno en uno.
- Cuando saluda a una mujer, le da dos besos.
- Cuando va a ligar, no hace más que decirles a las chicas que es muy normal dar dos besos (las españolas también hacen lo propio).
- Si en un grupo hay “x” extranjeros y dos o más españoles, estos hablan en español entre ellos sin ningún problema.
- “Joder” y “Puta madre” son expresiones internacionales. No las abandona, las integra en la lengua extranjera.
- Se puede quejar de que el gobierno español, los políticos, la gente, las empresas, el transporte, los precios, etc… son de lo peor de España. Pero ante un extranjero: España es donde mejor se vive, España es lo mejor, y qué comida, y qué clima y qué maravilla…

Pero ojo, por esto puede uno pensar que los españoles en realidad somos unos guarros y unos maleducados. Nada más lejos de la realidad. Los españoles somos de la gente más abierta y amable, y (los que lo intentan) se integran muy bien en la sociedad alemana.

En definitiva, muchas cosas son geniales en Alemania, pero cuando estas lejos de casa echas de menos esos pequeños detalles que no dabas importancia, pero que resulta eran los que hacían el día a día. Me habré dejado un montón de formas más de reconocernos: ¡dejarlo en los comentarios!

Un saludo a todos. Tomaros un bocadillo de calamares a mi salud, y cantar una canción por la calle cuando el sábado vayáis de un bar al siguiente.

martes, 27 de enero de 2009

The Local

Estoy muy contento porque por fin tengo un periódico alemán que puedo leer y entender del todo. Se llama "The Local", y lo que tiene de bueno es que lo escriben en inglés. ¡Por fin voy a enterarme de lo que pasa por aquí! ¡Y encima gratis!

He añadido un enlace de noticias en el blog, ahí a mano derecha, por si a alguien le interesan las noticias de Alemania.

lunes, 26 de enero de 2009

Operation Walküre

Menudo lío que llevo con los exámenes. Por mucho que digan, los Erasmus también tienen que estudiar. Aunque claro, si lo dejas todo para el final, pasa lo que pasa.

Esta semana voy a hablar un poco de cine, toca reseña cinematográfica. La película que he escogido es “Valkiria” (Valkirie en su versión original), que está siendo muy famosa en Alemania y que ayer yo fui a ver.

Está basada en una historia real. El argumento es el siguiente: en 1944, un grupo de rebeldes al régimen de Hitler en Alemania, liderado por políticos y militares prusianos, planean un golpe de estado para tomar el control del país y forzar una rendición ante los aliados. Para llevarlo a cabo, organizan un atentado para asesinar al propio Führer y tomar el gobierno, utilizando para ello un complejo plan de emergencia diseñado por el mismo Hitler, llamado Valkiria.

El director mantiene en todo momento el suspense, llevando por toda la trama de conspiración al espectador, que, como tanto le gustaba a Hitchcock, sabe lo que los personajes no.

No quiero contar más de la película para no estropeársela a quienes quieran verla, aunque ahí tenemos los libros de historia si no aguantáis al protagonista, que hace el papel del líder del complot Claus Schenk Graf von Stauffenberg. No es que sea santo de mi devoción el señor Cruise. Personalmente pienso que le contaron que la gente alemana es fría e inexpresiva (nada más lejos de la realidad) y se lo tomó al pie de la letra. Es una lástima que “chupe” tanta cámara, pero ahí tenemos un gran reparto a su lado, de los que yo destaco a Kenneth Branagh y al alemán Christian Berkel, que ya conocía de una de mis películas favoritas: “El Experimento”. El director es Bryan Singer (autor de otra de mis recomendadas: “Sospechosos habituales”) que, a mi juicio personal y subjetivo, lleva muy bien la doble papeleta de contar una historia de nazis y con un actor protagonista tan especial.

De hecho, la expectación por esta película ha sido máxima en Alemania por estados dos razones. La Iglesia de la Cienciología, de la que Tom Cruise quizá sea el más notorio miembro, está considerada como una “secta peligrosa”, y muchos colectivos llevan años reivindicando el boicot a sus películas. La Cienciología está considerada, por parte del propio gobierno Alemán, no como religión sino como un negocio lucrativo. Tal es así, que en un principio se impidió rodar escenas en instalaciones militares porque equivaldría a un reconocimiento de facto por parte del gobierno a uno de sus líderes.

La “complot del 20 de Julio” (que así le llaman por aquí a esta historia) es uno de los episodios menos conocidos por el público general, y también de los más heroicos. Y es en este aspecto por lo que la película, olvidando el tema del anterior párrafo, está teniendo una buena acogida entre el público Alemán. Los alemanes con los que fui estaban muy contentos y orgullosos de lo que ellos llamaron “una clase de historia alemana”. Hay que entenderlos. Sigue sin ser fácil hablar del tema pese al tiempo que ha pasado, y que la gente de mediana edad, y mucho menos los jóvenes, hayan tenido nada que ver con lo que pasó.

Quiero hablaros ahora, cambiando un poco de tema pero relacionado, de mis primeras clases aquí. Como muchos sabéis, he cambiado mis clases de ingeniería en español por empresariales en Berlín. En la asignatura “Teoría de la Economía Internacional” comenzamos con un repaso histórico del desarrollo económico de los principales países de la Unión Europea: Reino Unido, Francia, España… y por supuesto Alemania. Nuestro profesor es Michael Heinrich, economista político y matemático. Quizá sea el profesor más brillante que haya tenido nunca, y también de los más amenos. El caso fue que, comenzando desde principios del siglo XX, nos fue refiriendo la evolución económica de Alemania. Cuando llegó a la crisis de 1929 tuvo que pasar por la solución a la inmensa inflación que sufrió el país, el paro que acarreó y como Hitler lo "resolvió". Ahí cambió el tono de voz. Parecía que le costara hablar del tema, como si de un gran tabú se tratara. La anécdota que ahora cuento se repitió, de forma parecida, en 3 asignaturas diferentes con tres profesores diferentes. No olvidemos que la simbología y los actos nazis están prohibidos en Alemania.

Solo es un ejemplo, pero quería transmitir que el tema del nazismo es aún muy delicado aquí. Es por ello que, pese a todo, el diario Süddeutsche Zeitung califique la película “Valkiria” como un éxito por transmitir la historia de uno de los mayores héroes de la resistencia alemana en la segunda guerra mundial.

Como punto final, y ya para acabar con los amantes del tema: muchos de los escenarios de la película son reales y aparecen los edificios emblemáticos berlineses que aún quedan en pie, como son el aeropuerto de Tempelhof y el edificio del Ministerio de Hacienda, antigua sede de la Fuerza Aérea Alemana de la época, uno de los poquísimos que sobrevivió al bombardeo durante la batalla de Berlín. Animaos a verla.

sábado, 17 de enero de 2009

Karting

Después de la parrafada anterior, este será cortito.

Vuelta a Berlín, vuelta a hacer cosicas. El jueves tuve presentación de una asignatura, y tocaba celebrarlo. Ramón, iluminado, encuentra un karting indoor. Toma toma toma.

Pues eso, ayer viernes nos fuimos a correr con los karts. El sitio está en Spandau. Como teníamos que esperar a unos amigos, fuimos a visitar la cárcel de Spandau: Zitadelle (en la wikipedia dice que está demolida ¿?). Se dice que fue en esa cárcel donde estuve recluido Rudolf Hess, pero en la puerta un cartel hacía mención y ponía que eso es falso. En fin, estuviera o no, para estudiantes la entrada son 2,50€, 4 para los demás.

Luego a comer en Spandau, pueblecito situado al noreste de Berlín, típico alemán con las casitas esas que parecen de cuento.

Y ya, a los karts. Están en un pabellón, así que no había que preocuparse por el frío. 6€ por 8 minutos, no está mal, pero te hacen comprarte un pasamontañas para ponerte el casco, que vale 2,50€. Moló un montón y nos lo pasamos en grande. Lo único malo es que si tienes a uno detrás, te sacan bandera azul para que dejes pasar, aunque no seas un doblado. A ese sitio vuelvo como que me llamo David. Si alguien quiere ir: http://www.kart-world-berlin.de/

No le podía haber puesto más horquillas

Y nada más. Tengo los exámenes a la vuelta de la esquina. Suerte a todos.

Bonus: dejo un par de fotos que me han pasado, espero que os gusten.

Sparkasse fun
Haciendo el tonto en el cajero

Black Box
Del día que fuimos al Black Box, foto con el grupo

viernes, 16 de enero de 2009

Cuadrados los tienen

Hola a todos de nuevo. Siento no haber escrito antes, pero me han pasado muchas cosas esta semana. Empezaré por la vuelta a Berlín y dejo para más adelante el retorno al tono habitual del blog.

El pasado 11 de Enero volví a Berlín, pero no fue fácil. Mi viaje comenzó a las 9 de la mañana en la estación de Delicias con un AVE. Fue un viaje tranquilo, aunque estaba algo preocupado por las recientes noticias sobre el cierre de Barajas el jueves pasado, además de la supuesta huelga de celo de los pilotos de Iberia, compañía con la que iba a volar.

Llegamos con cierto retraso a la estación de Atocha. Según nos informaron, debido a la nieve tomaron la precaución de bajar un poco la velocidad. Yo tenía tiempo de sobra: mi vuelo no salía hasta dentro de 5 horas.

De ahí café y metro a la T4. Al llegar, sobre las 12 porque perdí un poco de tiempo, la situación parecía normal: no se veían gentes dormitando por las esquinas, ni personas histéricas ni nada. Bueno, tal vez ya esté la cosa más normalizada, pensé. Miro las pantallas: vuelo IB3548 con destino Berlín, salida programada a las 15:50, ningún aviso. Facturo la maleta después de flejarla con plástico. Me ofrecen un seguro de pérdida por 3€ adicionales. Les digo que no, que ya vale de gastar perras.

Entro en la zona de embarque, puerta K82. Un precioso A319 no está esperando en la pista, mientras le están cargando nuestras maletas. A las 15:10 nos llaman a embarcar, todo parece normal.

Cuando ya estamos en la fila para entrar, nos dice la azafata que hay un retraso por falta de tripulación. Uyuyuyuy que mala espina me da esto. Nos dan una hora de espera. Un señor polaco de la fila y una pareja sueca me preguntan por la situación, porque no dan la información en inglés. Les explico lo de la nevada y lo de la huelga. Se quedan un poco perplejos, sobre todo los suecos, que me cuentan que llevan intentando volver a Estocolmo desde el Jueves y les han cancelado ya dos vuelos, pero que nadie les había dicho nada de una huelga.

A las 16:30 sale un aviso en las pantallas: esperar hasta las 17:30. En la entrada de embarque, en vez de personal de Iberia, había un encargado para minusválidos, que ni sabía nada ni aún menos hablaba inglés. Nos susurra que la tripulación no quiere volar.

A las 17:30 sale un nuevo aviso, fugazmente, que debemos esperar hasta las 18:30, para a continuación poner que a las 23:00. Uy, esto es serio. Lo mejor será ir a información.

Voy a atención al cliente. Le gente está nerviosísima. Nadie sabe que va a pasar ni nada. Corren rumores de que lo cancelan, de que no, que nos meterán en otro vuelo...

Al final 3 horas estuve haciendo cola. Durante ese tiempo hice amigos. Un chaval de Sevilla que iba a Magdeburgo desde Berlín, y una pareja, ella de Toledo, él de Turquía, que vivían en Berlín. Había gente de muchos otros vuelos, todos de los nervios. De vez en cuando el turco iba a mirar las pantallas, pero nunca ponía nada nuevo, hasta que nuestro vuelo desapareció. Más de la mitad cancelados, los demás con retraso. Un par de veces oímos a gente aplaudir cuando aparecía una tripulación. A la hora de estar ahí vino una señorita de Iberia que llamó a los de Berlín, pero sin especificar que vuelo, ofreciendo un sello para comer gratis en un restaurante, pero sin informar de nada. Buena jugada, casi 40 personas dejaron la cola, pero yo no. Finalmente llegué a la ventanilla. La señora de Toledo estaba completamente histérica. No había ayuda nada que el sevillano, su marido y yo nos hubiéramos tirado las 3 horas diciendo tontadas (la verdad es que me lo pase de puta madre con ellos). La señorita que nos atendía también estaba de los nervios, normal. La otra no hacía más que gritarle, y seguramente no sería la primera de la tarde. Al final, cuando la toledana se cansó de gritarle, y se fue a gritarle al marido, yo, con toda mi buena educación y paciencia, le pregunté a la señorita por nuestras opciones. Me dijo que en 5 minutos salía otro vuelo a Berlín y que podíamos montar. Muy confundido le pregunté detalles: no tenemos billete para ese vuelo, no sabemos dónde está, no sabemos qué pasará con el equipaje… Yo que tu correría, porque igual no cabéis todos, me suelta.

No sé muy bien porque lo hice, pero eché a correr. Estaba en la otra punta de la terminal. Por el camino me encontré con otro pasajero del vuelo. Le cuento la situación. Él no sabía nada. Corre a decírselo a los demás. Nadie les había avisado al resto del pasaje. En las pantallas sigue sin poner nada.

Por fin llego a la puerta H4. El avión aún está en la pista. Llaman primero a los del vuelo IB3546, que es el otro retrasado. Luego nos llaman a nosotros, diciendo que han transferido los datos de nuestro primer vuelo. Pero la cosa está en que iba llegando la gente, pero no decían cuántas plazas teníamos libres, así que podíamos quedarnos en tierra. Los pasajeros se amontonaban alrededor de la mesa de las azafatas para embarcar, porque debían comprobar uno por uno en el ordenador. Iban muy lentas y los nervios iban empeorando. Yo conseguí que me hicieran caso soltándoles alguna chorrada de las mías que les hizo gracia y entré de los primeros.

Mi sorpresa fue mayor al entrar dentro del avión y verlo medio vacío: había sitio de sobras para todos. Con solo haber dicho eso, los pasajeros habrían hecho una cola ordenada y se habrían evitado el follón. Cuando me siento son las 9 de la noche.

Media hora después había dejado de entrar gente al avión. En esto que pasa la sobrecargo contando asientos vacíos, tranquilamente, sin prisas. Termina y vuelve a la terminal. A continuación entran unas 30 personas más a las que ya se les había dicho que igual no volaban. Sus caras eran como poemas.

Pero aquí no acaba la cosa amiguitos. Una hora nos tuvieron sentados en el avión, porque nos dijeron que estaban cargando nuestros equipajes desde el primer avión al segundo. Bueno, a ver si es verdad, pensé.

A las 10:30 estábamos despegando. El viaje fue muy tranquilo, al menos para mí, porque había un par de señoras con niños pequeños que se estaban quedando sin pañales y sin nervios. En concreto, hubo una que le pidió ayuda a la sobrecargo para cambiar a su hijo, y va la inútil y deja el pañal nuevo sobre una mesa mojada. Y encima se puso a gritar a la pasajera que no era su culpa y patatín y patatan, con el pobre crio llorando.

Llegamos a Berlín a la 1:30 de la mañana, pero en vez de aterrizar en el aeropuerto de Tegel, nos llevan a Schönefeld, que está en el culo del mundo. Nos cuentan que nos han puesto dos buses, uno que nos llevará a Tegel y otro a la estación de tren del centro.

Vamos a coger las maletas y… no aparecen. Salieron unas pocas que fueron recogidas, pero de las nuestras nada. Eso sí, salió una tirada de maletas (en plan 12 o 15) que nadie recogió, y que nadie sabía de quien eran. Ala, a reclamar equipaje. Afortunadamente ya nos estaban esperando, y dos chiquillas nos atendieron para poder reclamar la maleta. A las 3:30 estaba cogiendo el autobús para ir a la estación de tren Hauptbahnhof. Acompañé al chaval sevillano, que se tenía que ir hasta Magdeburgo (a unos 120 km de Berlín), y ya nos habíamos hecho amigos. Total, que tenía tren a las 5, así que esperé con él en el McDonalds hasta que se fue. Llegué a casa a las 6 de la mañana.

Y bueno, para rematar, al día siguiente fui a poner una reclamación a Iberia y a preguntar por la maleta, que ya me imaginaba que iba a ver más mundo que yo. Me dijeron que ni sabían dónde estaba. Afortunadamente al día siguiente (Martes 13) me llamaron para decir que ya la tenían y que me la llevaban a casa esa misma mañana. Llegó en perfecto estado.

Y esa es la historia de mi regreso. Afortunadamente pude volver a Berlín y solo tuve que estar un día sin mis cosas. Todos los compañeros de la residencia se volcaron en ayudarme por si me hacía falta algo ¡muchas gracias!

El caos vivido en Barajas pone en entredicho la capacidad de que un país como España, puerta de Europa a América Latina, pueda manejar una crisis de estas dimensiones. No podemos pretender ser una potencia europea con el tráfico aéreo de todo el país paralizado durante una semana. Porque esa es otra: casi todo el tráfico internacional se opera en Madrid, un sistema de transporte centralista que aún arrastramos y que nos lleva a situaciones como estas.

En fin, que si a alguno os pasa esto (espero que no), os doy unos pocos consejos:

-Paciencia y buena educación: son contagiosas. Si hablas correctamente y tranquilo, recibirás respuestas en el mismo tono.
-Ayuda a los pasajeros extranjeros a traducirles la información: podrías ser tu el que no se enterase de nada porque solo te hablan en un idioma extraño.
-Conoce tus derechos como pasajero. En la página de AENA se encuentra el Reglamento CE 261/2004 sobre cancelación y grandes retrasos: la compañía debe ofrecerte comida, bebida y, si es el caso, una habitación de hotel y el transporte hasta la misma. Además también deben devolverte el importe del billete si decides no esperarles o un vuelo alternativo y compensaciones económicas. Derechos del pasajero (pdf).

Y todo esto porque a nuestros pilotos no les dió la máldita gana de volar. Mis condolencias sobre su precaria situación laboral. Como los tienen.