lunes, 30 de marzo de 2009

Tschüs Biesdorf

Me ha costado, pero ahora que me voy, es hora de escribir un pequeño artículo acerca de mi estancia en la residencia.

Vivir en una residencia, para un estudiante, es de lo mejor que te puede pasar en esta vida. Sobre todo si es mixta. Las fiestas han sido continuas. No ha habido ni un solo día que no hubiera una pequeña fiesta aquí o allí. Lo malo: los putos residentes que no son estudiantes, y no hacen más que dar pol'culo porque hacemos ruido. No quiero callarme: cabrones, tenemos muros de 30 cm de hormigón. Mis vecinos me hacían fiesta y apenas los oía. Putos siesos, sois unos aguafiestas y unos hijos de puta amargados.

Ya me he desahogado. Ahora, tres documentos inéditos en el blog. Primero, una foto cutre-manipulada de mi habitación.

Mi habitación

(Pincha en la imagen para verla más grande)

Segundo: mi colección de cervezas.

Colección de cervezas 1.0

Llegué a tener 60 botellas diferentes. Formó parte de una emocionantísima competición con mi compadre Ramón. Acabamos en empate, como amigos y como caballeros. Las he tenido que devolver. Voy camino de mi colección número 2.

Y por último: yo, de resaca, enseñando mi habitación el primer domingo con sol desde octubre (hoy).

Un abrazo gentes de Biesdorf. No puedo imaginar un Erasmus mejor sin vosotros. No me he marchado, solo he ampliado nuestro territorio.

Buscando piso en Berlín (5ª Parte)

En anteriores capítulos (1, 2, 3 y 4)

Amigos, la odisea ha terminado.

Fue un fin de semana difícil después del hachazo del otro piso, pero afortunadamente tenía un gran equipo conmigo.

Y es que mi futura compañera de piso, Giana, no se rindió ni mucho menos, y siguió tirando de nosotros para ver pisos, aunque eso significara levantarse el domingo a las 8 de la mañana después de haberse clavado 4 Gin-tonics la noche anterior, amén de 8 cervezas.

Pero bueno, el trabajo duro dio sus frutos. Los alemanes a cabezones nos ganan de calle a lo maños, y mis compañeros de piso dijeron que iban a encontrar piso sí o sí. Y así, el lunes pasado, se produjo el milagro y por fin (¡por fin!) lo encontramos.

Ya tengo piso. Aún no me lo puedo creer. Voy a vivir en el barrio de Neukölln de Berlín. Voy a tener un cuarto enorme, dos baños, una cocina perfecta para comer todos juntos. Madre mía que piso.

Mi plaza.

Epílogo

La búsqueda de piso ha sido larga y tortuosa. Ahora miro atrás y me doy cuenta de los fallos que cometí. Si estás buscando piso en Berlín, déjame aconsejarte:

- Sobre todo no lo dejes para el final. Las clases del segundo semestre empiezan el día 1 de abril, y la demanda, conforme se acercaba esa fecha, se disparó. De tener un par o tres de solicitudes por piso, pasaban a tener más de 20 ¡cada día! Fue una cosa exagerada. Además, mis posibilidades se reducían notablemente por no hablar alemán fluido. No hablemos de los incrementos de precio.
- Buscar un piso completo es increíblemente difícil para extranjeros en Alemania. Te piden montañas de papeles de todos los tipos, y eso si te pasan por alto ser español. Buscar un piso compartido, sin ser moco de pavo, es mucho más fácil.
- Aunque al final es la casualidad la que determina con quién vas a vivir, es muy muy importante tener unos buenos compañeros de piso. Puede parecer una perogrullada, pero cuando llevas varias semanas buscando, cuando te rechazan uno tras otro, la desesperación te puede llevar a cometer locuras. Una chica iba a vivir con nosotros, y viendo que nos estaba costando un poco encontrar, se ha ido a vivir con una señora mayor a una habitación si amueblar y pagando 300 euracos. No desesperes y ten paciencia.

Es extraño. Al final todo ha sido cuestión de suerte. Conozco gente que a estas alturas, y siendo muchísimo más válidos que yo, no han encontrado piso. Ahora se van a cambiar las tornas. Tenemos una habitación libre y debemos buscar alguien para ocuparla. ¿Debería ser un cabrón como los hijos de puta que me mandaban a la mierda, o por el contrario darles el trato de comprensión y respeto que tanto eché en falta?

Proximamente mis aventuras desde el piso nuevo

lunes, 23 de marzo de 2009

Bilder

Sin gorra

Foto inédita de mí sin gorra

Chupa chupa

...que yo te aviso

Vuelta de Polonia

Vuelta de Polonia

Javier mal

Una fiesta más en casa de Javier

Rosis

El Rosis

Como siempre, el resto de fotos en mi galería de Flickr.

sábado, 21 de marzo de 2009

Buscando piso en Berlín (4ª Parte)

En anteriores capítulos (1, 2 y 3)

Hay luz al final del túnel, pero aún está lejos.

Sálvese quien pueda

Ring Ring. Las llamadas de Javier sin venir a cuento me ponen los pelos de punta. Nunca son buenas noticias.

Javier: Oye David, que he estado hablando con mis padres. Y siento avisaros con tan poco tiempo. Pero es que no les pedí permiso para irme de la residencia y no me quieren dejar el dinero para el depósito del piso ni los papeles ni nada. De hecho me han ordenado que me quede en la residencia…
Yo (reprimiendo ira homicida): Diox mío.

Así, amiguitos, nos quedamos sin Javier para buscar piso. Era un 10 de marzo. Llevábamos buscando piso desde finales de enero y mes y medio después, tras ver docenas de pisos para 3 personas, nos quedamos en 2, y encima sin el único que habla alemán. Así que al grito de ¡sálvese quien pueda! decidimos hacer desbandada general y buscarnos cada uno la vida por nuestra cuenta.

Vuelta a las WGs

Ya os conté lo de los pisos compartidos de Alemania. Les llaman WGs (vegues se pronuncia). Esta vez era muy distinto: ya no eran para un mes, sino indefinidas. En mi página de wg-gesucht (la cual ya conozco como la palma de mi mano) salen, cada día, más de 20 anuncios ofertando alguna habitación vacía. El aspecto de la página es tal que así:

A la izquierda se ven unos muñequitos. En color se ve quién vive, si es un chico o chica. En sombreado lo que están buscando: chico, chica o si les da igual. El primer problema aquí ya es la discriminación: los pisos de chicas suelen preferir chicas también (aunque una vez vi un piso de 4 chicas que buscaban a un chico. En el anuncio decían que eran modelos. Si no las llamé 40 veces…). A continuación dice cuando pusieron el anuncio, el precio, el tamaño, el barrio, desde cuando está libre y piso y, por último, hasta cuando estaría libre. A veces salen cosas tan raras como gente que alquila su habitación un fin de semana, o algunos que te lo dan para 2 años exactos.

Luego ya hay que mirar los anuncios en sí. Yo siempre me fijaba lo primero si decían “Rauchen nicht erwünscht”, que significa que no desean fumadores. Segunda discriminación. Pero no terminaban ahí. También vi muchos anuncios donde rechazaban expresamente a los Erasmus. No hay dos sin tres.

Como todo en esta vida, también hay que saber jugar a buscar WG. Los anunciantes suelen dejar el email y, a veces, su número de teléfono. El email te permite prepararte un texto elegante y mandarlo a diestro y siniestro, uno detrás de otro. Llegaba a mandar más de 10 al día, pero no contestaban más que uno o dos, muchas veces para decirme que ya lo habían alquilado. Ya estaba tan hasta los mismísimos que pase a la ofensiva brutal: mirar la página cada dos horas y llamarlos directamente al teléfono. De esta forma conseguía 3 o 4 visitas al día.

El colgado

Uno de los primeros que fui a ver era el piso de un tío de 35 años, que acaba de alquilar un piso para dos y alquilaba la segunda habitación, de unos 15 metros cuadrados, por 280 €. Fue el primero que vi, e hice bien en mantener la calma, porque el tío era francamente extraño. No había muebles aún en el piso, ni siquiera en la cocina. La habitación no tenía luz y era muy pequeña para ese precio. Un mal rollo que no veas. Me largué de allí.

La de la gata

No sabía si titularlo este la de la gata o la de los pingos. Realmente no me molestaba que tuviera una gata, me encantan los animalicos, pero es que la casa tenía un pasillo en forma de L que envolvía al resto de habitaciones, de unos 15 metros de largo en total, donde el lado de la pared estaba, desde el suelo hasta el techo y a lo largo de todo el espacio, lleno de estanterías hasta arriba de cosas. Una cosa exagerada. Ni que tuviera el síndrome de Diógenes la mujer. Tenía 31 años y era muy simpática. Pero la habitación, sin estar del todo mal, tenía una cama de no más de 70 cm de ancho. También la dejé pasar. No me gustaba ver fotos de la gata en todos lados.

Los italianos

Este piso sí que molaba. Habitación de 25 metros con balcón. Suelo de parquet, salón, cocina súper grande, etc. Vivían dos italianos que, además, hablaban español. Había muy buen rollo, y en seguida me confesaron que les encantaría que viviera con ellos, que la gente latina tenemos más salero y todo eso. Me dijeron que me llamarían en un par de días, que se lo iban a enseñar a más gente que ya habían dado cita y tal, pero que vamos, que seguro que me lo daban.

Al volver a casa, Marco, mi colega italiano, me dijo que me olvidara. A la primera mujer que fuera a ver ese piso, mis posibilidades caerían al 0%. Debió de ser así, nunca volví a saber de esos cabrones.

Los robots

Otro que fue curiosísimo fue el de un piso de alemanes de 25 años en el que todos estaban haciendo sus tesis, proyectos, etc. Era un ambiente perfecto para mí, ya que eso es lo que pienso hacer este cuatrimestre. Pero la gente del piso no gesticulaba absolutamente nada. Me entrevisto una chiquilla a la que solo conseguí sacar media sonrisa diciéndole mis mejores coñas rompe-hielos para estos casos, con las que alguno se ha partido el ojete. El único que tenía buena cara era el que se iba del piso. Tal vez por eso estaba tan contento. Aquel piso era como un velatorio.

El MacGuffin

Un día estaba en casa, rallándome con que no encontraba nada, y de repente me llama una chica al teléfono. Esto es parte de la conversación traducida del inglés.

Chica desconocida: ¡Hola! He leído tu email y creo que vendrías muy bien en nuestro piso. Quedamos en tal bar a las 8 y hablamos sobre cómo buscarlo.

Fenomenal. Parece amable. No sé si ha dicho que aún no tienen piso, pero puede que no la entendiera. Estaba en ese momento con dos amigas de la resi y se vinieron a acompañarme. Pero fui todo el camino dándole vueltas sobre si realmente me había dicho que aún no tenían piso. ¿Sería eso posible?

Al llegar me encuentro con la chiquilla esta, alemana, de Stuttgart, y otro chaval más, de aquí de Berlín. Me empieza a contar la moza, que se llama Giana, que aún no tienen piso y que si quiero puedo buscar con ellos. Están pensando en buscar uno para 4. “Buena suerte”, pensé.

No sé aún muy bien como me metí en semejante locura de ponerme a buscar piso con unos desconocidos cuando, después de mes y medio y dejándonos la piel, no habíamos sido capaces de alquilar uno nosotros. Tampoco tenía nada que perder por otro lado.

Pues nada, al día siguiente fuimos a ver un par de pisos que había encontrado Giana. No estaban del todo mal, pero quisieron seguir buscando. Yo me reía para mis adentros: “dejar escapar oportunidades, que ya veréis, ya”.

El jueves otra vez. Teníamos 7 visitas a pisos. La tía se había buscado 7 visitas en un día. Fuimos viendo uno tras otro, todos en el centro, unos mejores, otros peores, alguno magnífico. Pero lo que me sorprendió no fue solo que hubiese encontrado, sino que los vendedores se los ofrecían. Esto es ¡el vendedor quería realmente alquilárselo! ¡Y le volvían a llamar una y otra vez para insistirle! ¡Me sentía como una estrella de cine!

Y al final, lo encontramos. Un piso cojonudo, en Neukölln, a 5 minutos de dos paradas de metro, con supermercados, tiendas, bares, cines, ¡gente en la calle! El piso tiene 130 metros cuadrados, con 4 habitaciones de más de 20 cada una, con balcón y una cocina enorme. Es un piso perfecto. Y nos va a salir por 210€ por cabeza. No me lo podía creer. Aún no me lo creía que fuera a tener piso, después de todo esto.

Bueno, no empecemos a chuparnos las pollas todavía. Aún hay que firmar los papeles, y ya estoy de vuelta de todo con estos alemanes, así que aún puede que me lleve otra decepción. No obstante, es significativo que la chica esta encontrara piso en tan solo 2 días. ¿Es que somos unos inútiles nosotros? Pienso en las sabias palabras de Kike:

En la escala social de Alemania, los turcos están abajo del todo, y los españoles a continuación.

Kike Ortilles, iluminado del Metal

"Puede que todo haya terminado ya." Pensé.

Una vez más, me equivoqué. Me llama hoy Giana. Ha mandado el contrato a su padre, y por lo visto es inusualmente extraño. ¿Que querrá decir con eso? Por lo visto es un contrato del tipo "te pillo-por-los-huevos". Su padre no se fía. Vamos a tener que pasar de él. A seguir buscando WGs. Me cago en todo.

PD: En vistas de que nos habían asegurado el piso, cancelé las otras citas que tenía para ese día. Mi colega Lucas (que es mi colega del metal en Berlín) lo está llevando bastante mal, así que llamé a una de ellas, para en vez de cancelarla pedirles que fuera Lucas por mí. Volvió emocionado: resulta que era el piso de unos metaleros pseudo-góticos, con la casa decorada con arañas, posters de heavy metal, etc. En el baño tienen un meadero de bar, y en el salón asientos de avión auténticos. Además, para rematar, el edificio es una especia de comuna de heavies, que viven cantantes, guitarristas, etc. Ojalá se lo den, porque para él es el piso perfecto.

Último capítulo...

lunes, 16 de marzo de 2009

Buscando piso en Berlín (3ª Parte)

En anteriores capítulos (1 y 2)

Solucionado el tema de la vivienda para marzo, tocaba ponerse de nuevo manos a la obra. Llevábamos vistos ya como 10 pisos para nuestro equipo hispano-mexicano. La moral ya flojeaba, nos habíamos llevado muchas decepciones. Pero aún quedaban algunas más.

La Schufa y el resto de papeleo

Ya habíamos visitado un montón de inmobiliarias y vendedores, y ninguno nos había comentado aún ¿tenéis la schufa?

¿Qué cojones es eso de la schufa? ¿Horchata nos pides o qué? Pues es un papel oficial que dice que no tienes deudas, y sin ese papel no vas a hacer ningún negocio en Berlín. No solo hay que ser honrado, no solo hay que parecerlo: tienes que tener un papel que lo justifique.

¿Y qué más papeleo hace falta? En Alemania, al alquilar un piso, la renta de este no puede suponer más del 33% de tus ingresos mensuales. Esto quiere decir que si, por ejemplo, alquilas un piso que cuesta 600 € al mes, tienes que ganar como mínimo 1800. ¿Cuánta gente habría viviendo en la calle si esto estuviera en España? Evidentemente nosotros no tenemos ingresos. En ese caso necesitamos un aval de nuestros padres, pero como somos extranjeros, dicho aval debe ir firmado (atención) ¡por un cónsul alemán!

Llamé a la embajada de España en Berlín a que me aclarasen esto. Como buenos funcionarios españoles, me fueron pasando de un departamento a otro, hasta que finalmente me confesó uno: “no tengo ni idea de qué me estás hablando”.

Finalmente llamé al consulado honorífico de Alemania en Zaragoza y me dijeron que sí, que no había ningún problema en firmar si iba mi padre. 20 € que me costaría, que tienen que comer.

Al final no lo hice.

El cojo-piso

Me llama Lucas, sobresaltado

Lucas: ¡Agüita David! ¡Agüita! ¡Escucha esto! ¡120 metros cuadrados, 4 habitaciones y salón amueblado, todo incluido 600 €!
Yo: ¡No puede ser! ¡Compra! ¡Llama! ¡Haz algo!!!!

Bueno ¡No empecemos a chuparnos las pollas todavía! Nos responden al email. Domingo, a las 3 de la tarde, venir a ver el piso.

Vamos Javi y yo. Lucas estaba ocupado. El piso estaba en Kreuzberg, sobre el Curry 36, algo así como el Calamar Bravo de Berlín de las salchichas. Todos conocen ese sitio. Entramos algo desconcertados, pero una pareja nos dice “el piso está en el 3º” ¿tanto se notaba que íbamos a verlo?

Subimos las escaleras. La puerta estaba abierta. Pero algo raro pasaba ¿había una fiesta? ¿Qué hacía tanta gente allí? No exagero: había más de 50 personas viendo el piso y rellenando como locos unos cuestionarios para que los dueños decidieran a quién elegir. ¡Qué locura!

El piso era una maravilla, era el piso soñado de cualquier estudiante. No me extraña que hubiese ido tanta gente. La dueña estaba de los nervios sin saber qué hacer. Rellenamos uno de los papeles y nos largamos. En menos de 10 minutos se había formado una cola de gente en la escalera desde el 3º hasta el bajo que también estaban interesados.

Lista de frustraciones que nunca podré satisfacer:

-Enrollarme con Charlize Theron
-Comprarme un Bugatti Beyron
-Vivir en ese piso

El vendemotos

Llamo a un piso a ver si nos servía. Me responde un vendedor. Le digo “Miré, que estamos buscando pisos para 3 personas, en tales barrios, no muy caros, nos da igual que sean viejos, etc…” “Tengo justo lo que necesitáis, quedamos en Funsfainsstrasse a las 4”.

Vamos para allá. Entramos en el edificio y subimos hasta un 5º sin ascensor mientras el tío va gritando que este es muy bueno para el ejercicio. Lucas va murmurando. Al llegar a la puerta, no le abre la llave (¿?). “Va, no pasa nada, igual es que ya está alquilado” (¿¿??). “Pero tengo otro al doblar la esquina”. Yo flipaba con el gacho. Vamos hacía el otro mientras el tío me va soltando la chapa de que él es un vendedor autónomo, que no hay más intermediarios y que nos iba a salir más barato y blablabla. Un pesado que era. Llegamos al otro piso, que también estaba en un 5º sin ascensor. ¡Pero esta vez era solo de dos habitaciones! ¿Es que no sabía contar este idiota o qué?

Yo: A ver, que somos 3, que necesitamos 3 habitaciones separadas. Esto no nos vale.
Vendemotos: Si bueno, pero igual podemos arreglar esto con un biombo o algo que os separe.
Lucas: Que no tío, que no nos sirve.
Vendemotos: ¿Qué pasa? ¿Te da miedo dormir con otro hombre o qué?

Menudo gilipollas. Nos suelta al final que tiene otro piso perfecto en Wedding (a tomar pol’culo). Qué está lejos, si, pero que es la polla y barato y genial y blablabla.

Al final del día fuimos allí. Y esta vez era un piso de 3 habitaciones, cierto, ¡pero para ir a la última había que pasar a lo largo de la 2º! ¿Es que este imbécil no veía Barrio Sésamo? ¡Que somos 3! Coño, del vampiro que contaba tu solo te fijaste en lo de chupar la sangre!

Los inexplicables siesos

Antes de este último piso vimos otros 2, en el barrio de Friedrichshain (perfecto para nosotros). Uno en mitad de Frankfurter Alle. Grande, muy grande, con salón y cocina separados. Era genial. Le decimos al gacho que ya, que lo queremos, que nos lo quedamos. Pero el chaval quería vendernos lo muebles de la cocina por 300€ y el parquet del suelo por otros tantos. Le dijimos que bien, que se lo compramos todo pero que nos lo quedamos, que ya no tienen que buscar más. Y entonces va el muy cabrón y nos suelta que le parece estupendo, pero que tiene que enseñarlo a más gente y que la inmobiliaria decidirá.

¡La madre que lo parió! ¿Pero qué más te dará uno que otro? Si tenemos los papeles, tenemos el dinero ¿qué más quieres? ¿Qué te la chupemos o qué?

Estábamos flipando. Fuimos a ver el segundo. También estaba muy bien, y otra vez fuimos a decirles lo mismo: que ya lo tenían alquilado, que ya estaba. ¡Y otra vez nos salieron con las mismas! ¡Que decidirá la puta inmobiliaria! ¿Qué les pasa en este país? ¿Es porque son idiotas? ¿Es porque somos extranjeros? ¿Es porque les gusta tocar los cojones?

Aún no entiendo nada. Las personas con las que hablamos no eran los dueños, sino los actuales inquilinos. Ambos eran de una inmobiliaria (ignoro si la misma, pero lo dudo) ¿Qué les importaba quienes fuéramos? Si lo único que tenían que hacer era llamar a la inmobiliaria y decirles ¡ya tenemos clientes! Pero en lugar de eso se complican la vida de esta manera.

Están locos estos germanos. Y me están amargando la existencia.

Continuará. Ojalá la próxima parte sea la última.

Siguiente capítulo...

Buscando piso en Berlín (2ª Parte)

Buscando piso en Berlín (1ª Parte) aquí

Empezábamos a quedarnos sin tiempo. Era la última semana de febrero y aún no teníamos nada a lo que agarrarnos. Nuestros contratos con la residencia de estudiantes terminaban con el mes y nos veíamos en la calle. Esa semana tocó entonces buscarnos un lugar donde poder vivir en marzo mientras seguíamos buscando piso.

Yo acudí otra vez a wg-gesucht, porque también tienen anuncios de habitaciones en pisos compartidos, buscando las que ofrecían para un mes nada más.

No fue difícil encontrar 4 anuncios a precios asequibles. He aquí un resumen de cómo eran.

El piso de las alemanas

El primero que fui a ver fue un piso en Friedrichshain, en la avenida Frankfurter Alle. Esta calle era la avenida principal de la época de la RDA, con edificios con aspecto exterior de palacios. La avenida tiene una anchura de unos 80 metros, para que los desfiles militares pudieran hacerse a gusto. Subo al piso, y este era una maravilla: limpio, renovado, luminoso, grande. Vivian dos chicas (bastante guapas por cierto), y una iba a irse un mes no se a donde y por eso lo alquilaban. Yo ya les iba a decir que sí, que me lo quedaba. Pero tenía que pasar la entrevista.

Esto de las entrevistas de los pisos son como las de trabajo: que un poquito hay que mentir, pero con la diferencia de que no tienen manera de comprobarlo (me imagino a Juanlu vendiéndoles la moto para actuar mejor). He encontrado muy efectivo contarles dos cosas:

- Que soy español, pero a pesar de ello responsable y ordenado. Les gusta nuestro carácter mediterráneo, pero aberran que seamos ruidosos. Es importante demostrarles que no les vamos a despertar a las 4 de la mañana cantando sevillanas.
- Que estudio ingeniería y quiero hacer mi tesis sobre energía renovables. Técnicamente esto es cierto, y les gusta oírlo.

Bueno, la entrevista iba de pm hasta que me preguntó si comía carne.

Yo: Bueno, pues si que como carne (es que soy omnívoro, ¿sabes?).
Tía que empezó a parecerme un poco rara en ese momento: Uy, pues cuanto lo siento, porque somos vegetarianos.

Tócate los cascabeles. A tomar por culo el piso.

El piso del francés

Esta vez era de un piso de franceses en Kreuzberg, barrio famoso por sus casas antiguas, su ambiente alternativo y los innumerables yonkis que pueblan sus estaciones de metro.

Nada más entrar al piso vi que me había metido en una película de decadencia francesa: botellas por todos lados, suciedad, pintadas extrañas por las paredes. Afortunadamente tengo tolerancia a la mierda, así que hice la vista gorda. Vi la habitación: colchón en el suelo lleno de mierda, muebles llenos de colillas, libros amarillentos desparramados… pero lo mejor estaba por venir. Me suelta el dueño que lo primero que me quiere enseñar es el sistema de calefacción: una estufa de ladrillo a la que hay que ir metiendo carbón cada 2 horas para mantenerla encendida. Había una de estas en cada habitación. Yo flipaba que a estas alturas aún funcionasen con eso. He estudiado demasiado los efectos del CO como para quedarme allí. Le dije que me lo pensaría y dije adiós al franchute. He buscado en internet y era una cosa así:

Los lemmings

Esa misma tarde fui a ver otro piso. Como suele pasar, el más cutre de la calle que era. Pero eso a mí ya me daba igual. Este era de alemanes, y vivían 6 en él. O eso me dijeron, porque desde que llegué no dejaron de salir gente de los cuartos, de un lado y de otro. Pero es que eran gente muy pequeña, no sé si en edad pero seguro en tamaño. El piso parecía como si hubieran dejado unos padres a sus niños demasiado tiempo solos en casa.

La habitación no tenía más que un colchón en el suelo y una guitarra eléctrica en una esquina. Y nada más. Me insistían en que podía dejar la ropa en el suelo, que a ellos no les importaba, que todos lo hacían. Me fui de allí pensando en El Señor de las Moscas, cuando decidían pasarse el turno con la concha.

Los perro-flautas

A este piso me acompañó Jorge. Era otra vez en Kreuzberg y le convencí para que viniera conmigo a pesar de estar reventados de estar todo el día por ahí. No se arrepintió.

Nos abre la puerta un tipo con tomates en los calcetines y un porro en la mano y nos hace pasar a la cocina para la entrevista. El piso estaba sacado de una alucinación de LSD por lo menos: frases escritas en las paredes, olas de colores en el techo, collage hecho con revistas… tengo que reconocer que era origial.

Las preguntas de rigor: cuanto hace que estás en Berlín, te gusta la ciudad, que estudias, etc… Les gustó que estudiara energías renovables, pero me preguntaron: ¿es por idealismo? Y yo les respondí: pues si y no, que tanto me preocupa el futuro energético de la sociedad como el tener qué comer. No sé si entendió mi punto de vista, a fin de cuentas él estudiaba Filosofía Crítica (¿?) y su compañera alguna otra cosa de esas del palo.

La habitación estaba muy bien, eso sí. Pero el colchón, en vez de somier, estaba apilado sobre cajas de madera de fruta hasta una altura de casi un metro. No parecía muy segura que digamos jejeje. Les digo que bueno, que vale, que por mí me la quedo. Y me suelta el colgado: “ya, bueno, pero te tengo que pedir que me dejes tus datos: tu nombre, nº de teléfono y tu orientación política (¿?). Porque, sabes, una vez estuvimos viviendo con un radical del fútbol: solo vestía camisetas de equipos y solo hablaba de fútbol. Estábamos muy asustados. No queremos más radicales en casa”.

En fin, parece que me tocan todos los locos a mí. De vuelta con las manos vacías.

La solución: lo más obvio

Finalmente el lunes fue a las oficinas de la residencia a que me dejaran la habitación un mes más. La señora dudó un poco, pero con una llamada de teléfono a nuestro Hausmeister (el portero) me dijo que ningún problema. Tan solo una cosa me advirtió:

“No more parties”

Al final me he hecho famoso.

PD: Tuve suerte al fin y al cabo. Mi amigo Lucas intentó lo mismo y no le han dejado quedarse en la residencia. Tal fue así, que el pobre le insistió un poco (no le importaba irse a otra habitación, tan solo necesitaba donde vivir en marzo) que la encargada se puso a gritarle en alemán. ¡Qué manera de perder los papeles en 5 segundos! ¡Y solo por insistir un poco! Increíble.

Siguiente capítulo...

miércoles, 11 de marzo de 2009

Buscando piso en Berlín (1ª Parte)

Como algunos sabréis, llevo ya un tiempo buscando un piso al que mudarme en Berlín. La idea es encontrar uno donde podamos vivir 3 personas: dos compañeros de la resi y yo. Empezamos la búsqueda hace ya mes y medio y aún no hemos podido encontrar más que problemas y más problemas. En el momento de escribir estas líneas aún está la cosa en el aire, así que no sé si esto tendrá final feliz o no. Pero lo que sí es seguro es que está siendo, no para escribir un par de artículos aquí, sino todo un libro de aventuras.

La web

Lo primero de todo: a la hora de buscar piso en Alemania, lo mejor suele ser empezar por la página web http://www.wg-gesucht.de/, donde la gente cuelga anuncios tanto de venta, alquiler de pisos o solo de una habitación. De aquí hemos ido sacando casi todos los que hemos visto.

El primer piso

El primer piso que encontramos a través de internet estaba en el barrio de Neukölln, al sur de la ciudad. Bien situado, bien de precio, con habitaciones de sobra y al lado de una parada de metro. Emocionados, llamamos y corriendo fuimos a verlo, tan contentos de haber solucionado la papeleta tan rápido. Pero tendríamos que haber pensando en las sabias palabras del Sr. Lobo: “No empecemos a chuparnos las pollas todavía”.

Y efectivamente: los dueños del piso decían que chachipiruli con nosotros, pero que si queríamos el piso les teníamos que soltar 3000€ por la cocina. Adiós con el corazón. Fue la primera de futuras decepciones.

La frase del Sr. Lobo se ha convertido en el “Live Motive” de este último mes.

La primera inmobiliaria

No hacíamos más que mandar emails como locos a todos los anuncios y nunca había respuesta. Empezábamos a estar más que hartos, hasta que una inmobiliaria nos invitó a visitarla. Como abría hasta las 6 de la tarde, planeamos llegar con 15 minutos de adelanto, que así los tenemos de hermosos y grandes los h****s. Por supuesto, nos perdimos y llegamos cuando ya había cerrado, así que tocó volver al día siguiente por la mañana.

Esta vez sí que había gente y nos dijeron que para lo que queríamos solo tenía UN piso. Muy bonito, de 65 metros y por 600 € nuestro. Que guay, pensamos. Pero había un pero: esta inmobiliaria te obligaba a hacerte “socio” de la misma: pagar 300 euracos, que jamás recuperaríamos y otros 1700 que nos devolverían un año después de que dejásemos el piso. Joder. Vamos a ver si el piso merece la pena al menos semejante locura.

El piso que está en obras

Fuimos a ver el piso. Estamos hablando de principios de febrero. El día 28, tanto Lucas como yo deberemos estar en la calle. La inmobiliaria nos había dado cita con uno de sus comerciales en la puerta del edificio.

Lo primero que nos llamó la atención fue que había dos chavales más para verlo: nos había citado juntos. Más tarde aprendimos que eso es relativamente normal aquí, pero me parece una falta de educación por su parte de todos modos.

El piso estaba en un antiguo edificio de la RDA, característicos por ser bloques muy altos y muy anodinos. El piso estaba en el 5º, pero el ascensor solo tenía paradas en las plantas pares, así que subimos hasta el 6º y luego bajamos al quinto. Alucinante. Aunque no tanto cuando lo vimos: estaba completamente destrozado: suelos arrancados, puertas desmontadas, barbaridad de mierda, la cocina inexistente… Pero nos dijeron que lo iban a reformar y estaría listo para el 1 de abril. Lo rechazamos, porque lo necesitábamos para el 1 de marzo. No estoy seguro si fue un error, a fin de cuentas, no me hacía mucha gracia pagar semejante pastizal a la inmobiliaria.

El chollazo demasiado bueno para ser cierto

Habíamos estado mirando otros pisillos por Berlín, algunos en la zona de Wedding, otros en Pankow, pero los rechazábamos por estar bastante lejos del centro. Queríamos uno en Kreuzberg, Friedrichshain, Prenzlauer, Mitte… casualmente los antiguos barrios de Berlín Este, pero porque son donde se concentra la gente joven y las zonas de marcha.

En fin, que un día cualquiera, sin venir a cuento, nos aparece un piso en Mitte (que significa centro). Y tan céntrico que estaba, como que era la isla de los museos. Precio perfecto, 3 habitaciones más salón, amueblado… Una maravilla. No lo podíamos creer. Los del piso nos dijeron que sin problemas, que nos lo podíamos quedar… si hablábamos con la dueña.

Joder con la dueña. La llamamos unas cien veces y nunca respondía. Hasta que un día respondió, para pasarnos con un compañero suyo ¿? Resulta que era de otra PUTA inmobiliaria. Nos marearon durante una semana, mandándonos de un vendedor a otro hasta que al final nos dijeron que ya se la habían dado a otros.

A estas alturas ya habíamos visto 8 o 10 pisos. Los que nos gustaban nos los quitaban y el resto eran una mierda o estaban en el quinto infierno.

Siguiente capítulo...

domingo, 8 de marzo de 2009

Słubice

Solemos bromear con que nuestra residencia está tan lejos de Berlín, que más que en Berlín está en Polonia. Bueno, pues a Polonia nos fuimos ayer.

A 80 km de Berlín se encuentra la ciudad fronteriza con Polonia Frankfurt Oder, que debe su terminación al rio Oder que separa los dos países. No es la Frankfurt que todos conocen, que se llama Frankfurt am Main. De hecho, hay incluso dos pueblos más en Alemania que también se llaman Frankfurt. La Frankfurt Oder hace frontera con la ciudad de Słubice, separados tan solo por el rio que mencioné.

Llegar hasta allí es fácil. La compañía alemana de transportes ferroviarios, Deutsche Bahn (DB para los amigos) ofrece ofertas de tickets para grupos: tickets de día (Länder-Tickets) para 5 personas por 26 € y tickets de fin de semana (Schönes-Wochenende-Ticket), también para 5 personas por 37 €. Ambos billetes, para el periodo que cubren, permiten tomar todos los trenes regionales que se deseen.

Una vez que se llega a la estación de Frankfurt Oder (que cuesta unos 40 minutos desde Berlín), se va andando hasta la frontera sobre el río.

¿Y qué se puede hacer en Polonia? Pues seguro que muchísimas cosas, pero en ese pueblo solo una: gastar. Y gastar a gusto. Digamos que los precios de Polonia son iguales que los de Alemania, pero en Złotys. Para muestra, un botón.

Nos fuimos a comer a un restaurante. Nos pedimos de comer chuletones. En vez de ensalada, una pizza familiar al medio. De beber: cerveza y más cerveza. De postre tarta, y luego café. La cuenta, para 7 personas: 224 Złotys. En euros: 47. Salió por cabeza a 6,70€. Se puede pagar también en euros, pero te intentan timar un poquito y te hacen peor cambio.

De ahí, de compras: vaqueros 11€, cinturón 3€, camisetas por 2€, zapatillas por 12€… A mitad de tarde, otro café: 50 céntimos. Pero dejamos lo mejor para lo último: cartón de malboro: 17,5€

A partir de ahora hemos planeado un viaje cada mes a Polonia a reponer. Por cierto, mirad que cartel más curioso vimos:

Słubice

Último apunte: la cerveza Polaca tiene fama de ser muy buena y de servirse en grandes cantidades. Esto va dedicado al presidente, al vicepresidente y al secretario: dejar de comprar cervezas de 33 cl., que son para niños, y pásaros a primera división (fijáos en los ml.):

domingo, 1 de marzo de 2009

Arrebato consumista

Definitivamente el viernes es mi día favorito, aunque a partir de ahora le va a faltar algo.

Ayer hice el descubrimiento del año: ¡una tienda de productos españoles! Madre mía que alegría que me di. Tenían de todo lo que un español necesita: jamón, fabada, pulpo, chorizo, pacharán, olivas… y un largo sinfín. ¡Tenían hasta pipas! ¡Pipas!

No pude contenerme. Me dio un arrebato consumista. He aquí lo que compré:

Chorizo picante “Campofrío” 3’10 €, Bote de alubias 1’20 €, Patas fritas 1’10 €, Latas de conservas de calamares 1’10 €, arroz “La Fallera” 1’10 €, picos de pan 1’50 €. Comer bien no tiene precio.

Pero eso no es todo. Esto, esto amigos míos, es la clave del lugar:

1L 11,20 €. Pero esto sí que no tiene precio.

Si Nacho, es pacharán. Tengo pacharán en Berlín. Ya no tengo excusas para volver a España.

Por la noche a celebrarlo, que Ramón, para su despedida, se había comprado también un Albariño que era cosa fina, oiga.

Este domingo cae paella, con aperitivo antes y con pacharán después. Y cuando me vaya al piso, paellera que vendían por 8€.

Por cierto, no he contado como lo encontré. Esto va para los que no quisieron ir a los karts el viernes pasado. Fue volviendo de los karts que hay en Spandau, porque volví al karting indoor con los tickets descuento que encontró Cesar. Con ellos y el carnet de estudiante: 16 minutos (en dos tandas) 6€. Sobra decir que nos lo pasamos como enanos.

Para los españoles de Berlín, apuntar la dirección de la tienda: Kantstrasse, a la altura de la parada de S-Bahn Savignyplatz. Es la de la banderita. Y por cierto, los dueños son portugueses (WTF!).

Post Data: Mirad lo que me he hecho hoy para comer. Me han sabido a gloria.